Día de lluvia.
El verde del árbol
no es el mismo.
Paró la lluvia;
el sendero empapado
hasta la casa.
Llamas de velas:
del viento de afuera
¡qué poco saben!
Noche de frío;
el agua en el fuego
aún no hierve.
¡Qué satisfacción!
Un leño de los grandes
empieza a arder.
El verde del árbol
no es el mismo.
Paró la lluvia;
el sendero empapado
hasta la casa.
Llamas de velas:
del viento de afuera
¡qué poco saben!
Noche de frío;
el agua en el fuego
aún no hierve.
¡Qué satisfacción!
Un leño de los grandes
empieza a arder.
Lo que me gusta del HAIKU es su simpleza y poder de síntesis, despojándose de toda intención y enfocándose solamente en la descripción de un momento. De esta manera la belleza de la escena emerge lo más pura posible, sin condicionamientos externos.
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